«No se preocupen. Sé exactamente adónde voy», anuncié a mis pasajeros. Entonces una voz casi humana me puso en evidencia: «Recalculando… recalculando». ¡Ahora todos sabían que estaba perdido!
Hoy millones de conductores reconocen estas palabras u otras similares que indican que se salieron del camino o no giraron bien. El GPS no solo capta cuando un conductor se equivoca el camino, sino que también empieza de inmediato a trazar un recorrido nuevo para volver a encaminarnos.
A veces, los seguidores de Cristo necesitan ayuda para reorientar su andar espiritual. Tal vez nos salimos intencionalmente del camino porque pensamos que conocemos otro mejor, o nos deslizamos poco a poco, sin darnos cuenta de que cada vez nos alejamos más del sendero que Dios quiere que recorramos.
Sin embargo, Dios no nos ha dejado solos. Les ha dado el Espíritu Santo a todos los creyentes (Juan 14:16-17; 1 Corintios 3:16), el cual nos convence de nuestro pecado (Juan 16:8, 13). Cuando nos salimos del camino correcto, hace sonar la alarma y despierta nuestra conciencia (Gálatas 5:16-25). Podemos ignorar la advertencia, pero nos perjudicará (Isaías 63:10; Gálatas 6:8).
¡Qué consolador es saber que Dios obra en nuestra vida mediante la convicción del Espíritu Santo! (Romanos 8:26-27). Con la ayuda y la guía del Señor, podemos seguir en el sendero que le agrada.