Me encanta ver el talento y la pasión de los grandes atletas cuando lo dan todo al competir. Muestra que aman el deporte. Por el contrario, cuando una larga temporada está por terminar y un equipo ya no tiene oportunidad de jugar las finales o ganar el campeonato, a veces parece que los jugadores simplemente «juegan por jugar». Su falta de pasión puede decepcionar a los aficionados que pagan para ver un buen partido.
La pasión es también un aspecto clave en la vida. Nuestra actitud hacia el Señor se revela en la manera de servirlo. El apóstol Pablo señaló que nuestro servicio abarca cómo nos desempeñamos en las tareas cotidianas. En Efesios 6:6-7, leemos que la forma de encararlas es «no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres».
Para mí, la clave del versículo es «de corazón». Tengo un Padre celestial que me ama profundamente y que sacrificó a su Hijo por mí. ¿Qué menos puedo hacer que darle lo mejor? La pasión «de corazón» al vivir para Dios es la mejor respuesta a Aquel que ha hecho tanto por nosotros.