Hace un año, el equipo campeón de fútbol estadounidense universitario fue derrotado de manera contundente en un juego de campeonato de la liga. Los Soonersde Oklahoma perdieron su intento de lograr una temporada sin ser derrotados, y la oportunidad de un campeonato nacional bien definido. Los Wildcatsde la Universidad Estatal de Kansas adquirieron un nuevo prestigio y respeto con su inquietante victoria. Hill Zinder, el entrenador de la Estatal de Kansas, alabó a su equipo por su tenacidad diciendo que «simplemente siguieron jugando. Se tiene que jugar los cuatro cuartos contra un equipo como Oklahoma».

Si bien no le quitaba nada a la convincente victoria de los Wildcats, un comentarista deportivo que cubría el juego notó lo difícil que le era al equipo de Oklahoma mantener su enfoque y disciplina. «Cuando las personas siguen dándote palmaditas en la espalda y diciéndote lo maravilloso que eres —dijo— es fácil dejar de levantar pesas y hacer todas las cosas que tienes que hacer en el entrenamiento para jugar y ganar.»

Si las personas nos elogian por nuestra fe y por nuestra labor cristiana de ayuda, no pasa mucho tiempo antes de que nos veamos tentados a descartar algunas disciplinas espirituales básicas. Pero en el vestuario de la vida, el «entrenador» Pedro tiene una palabra para nosotros: ¡SIGUE ENTRENANDO!«Por esta razón también, obrando con toda diligencia, añadid a vuestra fe, virtud, y a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio, al dominio propio, perseverancia, y a la perseverancia, piedad, a la piedad, fraternidad y a la fraternidad, amor» (2 Pedro 1:5-7).

La clave para ser seguidores eficaces de Jesús y productivos es que estas virtudes estén en nosotros y abunden (v.8). El objetivo no es llegar, sino seguir avanzando; no poseer, sino progresar. Como solía decir un amigo: «Cuando creamos que estamos verdes, creceremos; cuando creamos que estamos maduros, nos pudriremos.»

Un cumplido recibido como aliento llega a nuestro corazón y nos estimula. El prestigio recibido como alabanza llega a nuestra cabeza y nos dice que nos relajemos. Pedro nos llamó a mantenernos vivos y a crecer por medio de la comunión con Jesús cada día. «Añadid a vuestra fe … y que abunde.» ¡Sigue entrenando!  —DCM