Scott siempre admiró la relación entre Ken y Phyllis, sus suegros. Entonces, un día les preguntó cuál era la clave para que su matrimonio funcionara. Ken respondió: «¡Hay que mantener la dulzura!».
Una amiga mía concluye muchas de sus notas para mí, para mi esposo y para otros amigos con estas palabras: «Recordemos ser buenos los unos con los otros».
Los dos son excelentes consejos sobre la amabilidad. Las presiones de la vida diaria pueden volvernos irritables con nuestro cónyuge u otras personas. Nos molestamos por pequeñeces o criticamos hábitos insignificantes. Sin pensar, explotamos con palabras crueles e hirientes.
El libro de Proverbios nos aconseja sobre las palabras que usamos con los demás. Señala: «El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias» (21:23). Y también advierte: «La muerte y la vida están en poder de la lengua» (18:21), y «hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; mas la lengua de los sabios es medicina» (12:18). El consejo de Ken sobre «mantener la dulzura» me recuerda Proverbios 16:24: «Panal de miel son los dichos suaves; suavidad al alma y medicina para los huesos».
Señor, llena nuestro corazón de palabras que sean hoy una bendición para los demás.