Hace tiempo, formaba parte del cuerpo de ancianos de una iglesia en California. Bob Smith, uno de ellos, era mayor que casi todos nosotros, y solía invitarnos a buscar la guía de la Palabra de Dios.
En una ocasión, estábamos hablando de la falta de líderes en la congregación y habíamos pasado una hora o más buscando diversas soluciones. Bob permaneció callado todo el tiempo. Finalmente, dijo con tranquilidad: «Caballeros, nos hemos olvidado de la solución de Jesús para nuestro problema de liderazgo. Antes de continuar, debemos rogarle «al Señor de la mies que envíe obreros…» (Lucas 10:2). Nos sentimos avergonzados, y pasamos el resto del tiempo orando para que Dios levantara siervos y los enviara al campo.
C. S. Lewis declaró: «Después de ser sabio personalmente, lo mejor es vivir en un círculo de personas que también lo sean». Proverbios 1:5 afirma: «el entendido adquirirá consejo».
El comentario de Bob es tan solo un ejemplo del valor de hombres y mujeres sabios que conocen «al que es desde el principio» (1 Juan 2:13-14) y cuyas mentes están saturadas de la Palabra de Dios.
Recibamos de corazón el consejo de quienes han vivido en la presencia del Señor y son sabios y maduros. Son el regalo de Dios para nosotros y nuestras congregaciones.