La Biblia indica que Jesús realmente tenía «una posición» en cuanto al dinero. Alabó a una viuda que sacrificó sus últimos dos centavos en una ofrenda para el templo. Y en ese mismo templo, con justa indignación, echó a los cambistas. Éstos eran los banqueros que comúnmente se aprovechaban de los pobres extorsionándolos con tasas de cambio infladas. También le hizo sentir el aguijón de la conciencia a un publicano llamado Zaqueo, quien prometió devolver cuadruplicado a los que había engañado. La declaración más importante de Jesús acerca de la compulsión por obtener riquezas se encuentra en su Sermón del Monte: «No podéis servir a Dios y a las riquezas» (Mateo 6:24).
El dinero y las riquezas son dos temas principales en la Biblia, y a menudo se habla de ellos en términos negativos. Sabiendo esto, ¿qué conclusiones hemos de sacar de ciertos hechos acerca del dinero y la prosperidad hoy? Los líderes de las grandes corporaciones están haciendo más dinero y al mismo tiempo exigen menos restricciones sobre sus ganancias, su poder y sus prácticas industriales. La revista Business Weekinforma que la proporción entre la paga promedio de los presidentes de las corporaciones y la paga promedio de los obreros en las 365 compañías más grandes de los EE.UU. fue de 42 a 1 en 1980. ¡Pero ahora es de 500 a 1! Me pregunto lo que Jesús tendría que decir si visitara los hogares de estos presidentes como cuando visitó el hogar de Zaqueo.
¿Qué le diría Jesús a una compañía que un año acordó pagarle a un atleta estadounidense más dinero por promocionar la zapatilla fabricada por ellos que el monto total pagado a toda la planta laboral extranjera que fabricaba las zapatillas? Estos pobres obreros ni siquiera podían darse el lujo de comprar las zapatillas que estaban fabricando.
La cruda verdad es que «la raíz de todos los males es el amor al dinero» (1 Timoteo 6:10). Jesús sabía eso, lo mismo que su hermano Santiago, quien hizo alarmantes advertencias a los ricos que vivían magníficamente a costa del dinero que ganaban pagándole muy mal a sus obreros (Santiago 5:1-6). Tal vez debamos llevar con nosotros al mercado la posición de Jesús en cuanto al dinero. —DO