Cuando se trata de armar un nuevo hogar, un nuevo dormitorio en la residencia de estudiantes o una nueva oficina, todos necesitamos ciertas cosas prácticas: muebles, teléfono, cafetera. Pero también nos gusta tener cosas a nuestro alrededor que hagan que el espacio se sienta más como nuestro hogar: fotografías, flores, tazas de café… ¿o una raíz arrancada de un pantano?

Sobre el escritorio de George Takei se encuentra la raíz de un ciprés que fuera arrancado de un pantano de Arkansas 60 añ atrás. Esta raíz no le recuerda los días que pasó explorando extraños y nuevos mundos como el Sr. Sulu en la serie «Viaje a las Estrellas». Le recuerda otro viaje, un viaje en tren que hizo con sus padres y hermanos desde su hogar en California a un campo de internamiento en Arkansas.

Fue justo después del ataque japonés a Pearl Harbor en 1941. La familia Takei y más de 120.000 americanos japoneses fueron reunidos y enviados a campos de internamiento. Recientemente, George volvió a visitar el campo adonde su familia vivió durante la Segunda Guerra Mundial. Dice que conserva la raíz nudosa como recordatorio de que sus padres «pudieron sobrevivir encontrando y creando cosas bellas».

La belleza se puede encontrar incluso en las circunstancias más difíciles. Al escribirles a los cristianos de Éfeso, Pablo les dijo: «Hablando entre vosotros con salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y alabando con vuestro corazón al Señor; dando siempre gracias por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a Dios, el Padre; sometiéndoos unos a otros en el temor de Cristo» (5:19- 21). Aun en medio de una sociedad en tinieblas y pagana, se podía ver y crear  belleza cuando los creyentes cantaban alabanzas, eran agradecidos y se sometían unos a otros por respeto a Jesús.

Esto sigue siendo cierto para nosotros hoy. Independientemente de las circunstancias en las que nos encontremos, podemos decorar nuestra vida con bellos recordatorios de lo que Jesús ha hecho por nosotros. Y podemos compartir su belleza con los demás por amor y respeto a nuestro Salvador.  —TC