Mi esposa Shirley y yo disfrutamos de un crucero por los fiordos de Noruega, para celebrar nuestro 50º aniversario de casados. En el trayecto, paramos en varios pueblos y aldeas, y visitamos varias iglesias. Entre ellas, una del siglo xii, a la que nuestra guía describió orgullosamente como «una iglesia todavía en marcha». Le pregunté: «¿Qué quiere decir?». Se refería a la época de la iglesia estatal, cuando los pastores designados solo cobraban sus salarios, pero nadie asistía a los cultos. Sin embargo, esa iglesia había continuado con los cultos y sirviendo fielmente al Señor… ¡durante casi 1.000 años!
De inmediato, pensé en las siete iglesias de Apocalipsis 2 y 3, a las que Jesús les dijo: «Yo conozco tus obras…» (2:2, 9, 13, 19; 3:1, 8, 15). Además, el apóstol Pablo elogió a la congregación de Tesalónica de «la obra de [su] fe, del trabajo de [su] amor y de [su] constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo» (1 Tesalonicenses 1:3).
También pensé en la iglesia a la que asistía en mi país. Durante más de 130 años, ha sido fiel en predicar el evangelio y en ocuparse de sus miembros y de la comunidad. Es, en verdad, una «iglesia en marcha». ¡Qué privilegio ser parte de un cuerpo de creyentes en una localidad donde podemos crecer y servir a nuestro Señor!