En la publicación en línea de 24/7 Wall St. apareció una extraña lista de Las 100 personas menos poderosas del mundo. Entre ellas, había ejecutivos de empresas, deportistas, políticos y celebridades que tenían una característica en común: solían ser poderosos. Algunos fueron víctimas de las circunstancias, otros tomaron malas decisiones de negocios, y otros dejaron de ser influyentes debido a su inmoralidad.
En 1 Corintios 10, Pablo toma una sombría lección de la historia del Antiguo Testamento. El pueblo que Moisés había sacado de la esclavitud en Egipto para guiarlo a la libertad de la tierra prometida seguía dándole las espaldas a Dios, que los había librado (vv. 1-5). La idolatría, la inmoralidad y las quejas figuraban entre las cosas que los habían desacreditado (vv. 6-10). Pablo nos señala que el fracaso de este pueblo era un ejemplo para nosotros, y advierte: «Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga» (v. 12).
Todo seguidor de Cristo puede aferrarse a la promesa de Dios: «… fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar» (v. 13). Todos tenemos poder para influir en la fe de los demás. ¡Qué trágico es desperdiciar tal oportunidad cuando cedemos a una tentación contra la cual Dios nos ha dado poder para resistir!