Un reciente diagnóstico de cáncer de linfoma folicular ha lanzado mi mundo dando vueltas a un nuevo universo de tratamiento y terminología. Uno de los términos que escuché a comienzos de mi primer ciclo de quimio fue nadir.
Al principio, esta misteriosa palabra significaba muy poco para mí. Pero luego caí en cuenta. Alcancé el nadir, el punto bajo.
Los doctores y las enfermeras usan este término para definir el momento en que el conteo de nuestra sangre llega a su punto más bajo debido a la quimioterapia. En otras palabras, mi conteo normal de glóbulos blancos era de 9.74. Cuando llegué al nadir, el conteo bajó a 1.39.
Tienes que tener cuidado cuando llegas a este valle. Tu sistema inmunológico se ha visto afectado y no es el momento de tener un encuentro cercano con ningún virus temido.
¿La buena noticia? Una vez que llegamos al nadir, nuestro conteo vuelve a ascender. Pronto podemos rechazar la enfermedad a medida que nuestro cuerpo regresa a la normalidad.
¿Has llegado a algún punto bajo en tu vida?
Todos llegamos a los «nadires» que se sienten como si fueran una zanja de la que nunca vamos a poder salir.
David se sintió así. Él estaba deprimido y sólo podía mirar hacia arriba. En el Salmo 40 nos dio un sólido consejo en cuanto a qué hacer cuando estamos en el foso de la desesperación:
• Esperar en el Señor: Él oró a Dios y buscó su respuesta (v.1).
• Permitir que Dios te restaure: En vez de tratar de salir por su cuenta del foso viscoso, David dejó que Dios hiciera su obra (v.2).
• Alabar a Dios con un corazón confiado: Él reconocía a Dios como la fuente de su victoria (vv.3-4).
• Recordar lo que Dios ha hecho: David consideró las obras de Dios en el pasado para tener esperanza en el presente (v.5).
• Sométete a su voluntad: el siervo de Dios reconoció su compromiso con el Señor (vv.6-7).
Si estás deprimido hoy, date cuenta de que Dios te restaurará y te sacará del foso. Este nadir sólo durará un momento. ¡Mira hacia arriba! —TF