«Ya no los soporto.» ¿A qué se refiere Alexandra Baker, de 23 años de edad? ¿A las cucarachas? ¿A los cumpleaños? ¿A días con el cabello despeinado?
No, la joven mujer de Albany, Nueva York, está hablando acerca de sus tatuajes. Su historia, según se contó en un reciente artículo de la Associated Press, es algo muy común.
De hecho, la tendencia más nueva en los tatuajes parece ser la eliminación. Según los doctores, más y más personas están tratando de lograr que eliminen las arañitas de sus tobillos, y que se borre el alambre de púas de sus bíceps. Alexandra Baker dice: «Simplemente ya no es la manera en que quiero representarme.»
Entonces, ¿cómo se deshace uno de ese tatuaje que dice: «Jasmine por siempre» luego de haber roto con Jasmine? Existen otros medios, pero la eliminación más avanzada se realiza con rayos láser. Sin embargo, no es nada divertido pasar por el proceso del láser. Éste requiere de varios tratamientos durante varias semanas, cuesta muchos dólares y puede ser muy doloroso. Y al final del proceso queda un leve rastro del tatuaje en la piel.
Esta confusión por los tatuajes nos hace recordar lo que sucede —y lo que no sucede— cuando las personas toman malas decisiones. Una persona debe enfrentar las consecuencias de las malas decisiones como si estuviera «tatuada» de culpa, pero los que vienen detrás no se encuentran bajo la misma mancha oscura.
El profeta Ezequiel trató este asunto contando la historia de tres personas y sus decisiones: (1) un «hombre justo» que hizo buenas decisiones (18:5); (2) su «hijo violento» quien eligió mal (v.10); y (3) el hijo del hombre violento, el nieto del hombre justo, quien ve los «pecados que comete su padre» y en vez de ello decide tomar el camino correcto (v.14).
El hombre violento muere debido a sus pecados, pero los otros dos viven. Lo que es más, Ezequiel dijo que el hijo no comparte la culpa del padre violento (v.19). Ten esto en mente si te estás sintiendo culpable por las malas decisiones que otras personas han tomado.
La culpa de ellas no se transfiere a ti como un tatuaje, no tiene que marcar tu vida. Tú eres tú mismo delante de Dios. Vuélvete a Él y permítele que elimine tu culpa. —TF