Como líder juvenil en nuestra iglesia, encuentro que la franqueza de los jóvenes, incluso la que se da con el mayor de los desparpajos, es algo refrescante. Su honestidad a menudo surge a la superficie a borbotones cuando hablamos de nuestro tiempo devocional para la semana. Esa es la herramienta que usamos para ayudarlos a establecer un hábito de oración y lectura bíblica.

Muchos de nuestros muchachos no tienen un tiempo devocional y no temen decírmelo. Pero la mayoría quiere hacerlo: simplemente no encuentran el momento. Y no hay nada que induzca a la culpa tanto como varios meses de páginas en blanco mirándonos fijamente. Estos chicos son como los camellos, tratando de vivir a costa de algo de alimento espiritual almacenado. (Después hablaremos más sobre eso.)

Aprecio el enfoque de nuestro director de jóvenes a este tipo de inanición espiritual. «Limítame al tiempo devocional para hoy —enfatiza. No te preocupes por ayer, no te preocupes por la semana pasada, no te preocupes por el año pasado. Tan sólo haz el que corresponde al día de hoy.

El profeta Hageo exhortó a los hebreos que regresaban del exilio a que se levantaran espiritualmente sin mirar atrás. Pero primero tenían que hacer un reconocimiento honesto de su problema. Ellos habían construido sus propias casas y habían descuidado el templo de Dios, el cual yacía en ruinas (Hageo 1:9). Hageo les dijo que esa era la razón por la que tenían problemas económicos (2:16-17).

Pero no los reprendió sin también darles ánimo. «De hoy en adelante…», enfatizó, ellos habían de cuidar de no violar la ley de Dios. Era un tiempo de nuevos comienzos. ¿Y si obedecían? … «Yo os bendeciré» (2:19).

El objetivo de pasar tiempo con Dios es alimentarnos espiritualmente para ese día. Algunos camellos pueden pasársela más de un mes sin comida, y luego comer el equivalente a seis semanas de comida en una sola mañana.

No seas un camello espiritual. Si te has estado muriendo de hambre, ingiere una comida espiritual decente en este momento. Considera el día de hoy como un buen comienzo para un gran hábito.  —TG