Mark Hofmann era un maestro produciendo falsificaciones. Durante su larga carrera de engaño arregló documentos falsos que fueron certificados como auténticos por el FBI y la Biblioteca del Congreso.
¿Cómo lo hizo? He aquí algunos de sus «trucos de oficio»: en una biblioteca cortaba la página de adelante y de atrás de algún libro antiguo. La tinta hecha con fórmula antigua mezclada con las cenizas de una de las páginas del libro pasaban cualquier técnica de carbono para fechar la antigüedad. Hofmann luego se hipnotizaba para producir una escritura casi idéntica a la del autor. Sólo después de arriesgarse a quedar expuesto como fraude fue que recurrió al asesinato para cubrir su trayectoria de engaño. Hoy está purgando una sentencia de cadena perpetua.
¿Por qué los expertos fueron engañados por las falsificaciones de este hombre? La respuesta es que su trabajo era casi impecable, encajando meticulosamente con el original.
El evangelio original del Cristo del Nuevo Testamento es único. Sin embargo, tiene muchos imitadores. Pero el evangelio auténtico tiene una característica distintiva: la «gracia». La Biblia enseña que un Dios santo y los seres humanos pecaminosos pueden reconciliarse a través del pago que hizo Jesús por nuestros pecados en la cruz y su victoria sobre la muerte. Esta relación restaurada puede recibirse por fe como regalo. ¡Esas son las buenas nuevas!
El apóstol Pablo vio a un competidor de este evangelio de la gracia. Lo llamó «un evangelio diferente». Se veía real, pero era una falsificación. «Me maravillo de que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente» (Gálatas 1:6).
¿Cómo reconocemos un evangelio diferente? Generalmente se caracteriza por el «evangelio y algo más». Es el evangelio… más unirse a alguna organización; o el evangelio… más realizar buenas obras de manera estricta; o el evangelio… más jurarle lealtad incuestionable a algún líder religioso; o el evangelio… más aceptar revelaciones que no están en la Biblia.
El auténtico evangelio de la gracia descansa en lo que Jesús hizo por nosotros, no en lo que podemos hacer por nosotros mismos. No te tragues una falsificación. —DF