Mi hija Julie se había mudado a la Florida para enseñar en un colegio (creo que el clima podría haber tenido algo que ver con la decisión), y era el momento de cambiar de licencia de conducir. La vieja licencia de Michigan se iría y vendría la nueva licencia de la Florida.
Cuando llegó a la oficina había llevado consigo todos los documentos necesarios e hizo fila para hacer efectiva la transición. Sin embargo, cuando llegó a la ventanilla recibió una noticia sorprendente. No podría conducir en la Florida. No, no fue porque no mantuviera su señal direccional encendida todo el tiempo. La rechazaron porque no pasó el examen de la vista. Ella quedó escandalizada. No tenía ni idea de que no podía ver lo suficientemente bien como para operar un vehículo motorizado. Aunque había hecho todo correctamente en la pista, se le negó este importante documento.
Piensa en otra situación en la que se requerirá que tengamos todo en orden antes de recibir lo que es importante para nosotros. Un día, todos nosotros nos presentaremos delante de Dios y nuestro destino eterno colgará en la balanza. Podríamos tener todas nuestras buenas obras, amabilidades y acciones de gracia hacia los menos afortunados. Podríamos presentarnos con una vida llena de amor hacia los demás y de grandes acciones humanitarias. Pero puede que aun así seamos rechazados. Puede que aún así no tengamos nuestra vista espiritual.
Si es así, nuestro destino eterno quedará establecido. No podremos hacer lo que hizo Julie: fue y se consiguió un par de anteojos. La ceguera espiritual que nos mantendrá lejos del cielo tiene que ver con nuestra fe en Jesús.
Este escenario debe hacernos pensar cuidadosamente en dónde nos encontramos. ¿Acaso es posible que el «dios de este siglo» haya cegado nuestros ojos y no podamos ver el evangelio? ¿Podría ser que me presentara delante de Dios ciego a la verdad yque sea rechazado en las puertas del cielo?
Francamente ese es un pensamiento aterrador. Dios quiere que su luz brille para que podamos verla y aceptar el regalo de la salvación a través de Jesús. Él quiere «darnos la luz». Aceptémosla antes de que sea demasiado tarde, eternamente hablando. —JDB