Karen Vermaat no entró en la enfermería por el dinero. Pero ni las largas e irregulares horas, ni los pacientes que algunas veces eran difíciles (lo mismo que algunos doctores) pudieron apartarla del campo médico. Ella ha sido una enfermera titulada por tres décadas porque le gusta ayudar a las personas.
Las cosas se veían mal cuando a una mujer en la iglesia de Karen le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica (algunas veces llamada «la enfermedad de Lou Gehrig»). La debilitante enfermedad siempre es mortal. La tragedia se veía agravada por el hecho de que el seguro de la familia no cubría la atención en casa. Su esposo no podía soportar la idea de internarla en una clínica.
La crisis fue para Karen una señal. Comenzó a ir a la casa de la mujer para atenderla. Luego, al darse cuenta de que no le era posible atender a su propia familia y satisfacer todas las necesidades de su amiga que eran de importancia crítica, Karen comenzó a enseñar a otros en la iglesia para que pudieran ayudar. A lo largo de un período de siete años capacitó a 31 trabajador adicionales.
Los miembros de la iglesia continuamente oraban porque su amiga fuera sanada. No lo fue. Pero esa terrible experiencia unió a la familia de una iglesia mucho más y enseñó a 31 personas la bendición que viene de aprender a servir a los demás de la manera en que Jesús lo hizo.
«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos», dijo Jesús (Juan 14:15). Uno de sus más grandes mandamientos es: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mateo 22:39).
«Y este mandamiento tenemos de Él —escribió Juan el apóstol en una carta posterior—, que el que ama a Dios, ame también a su hermano» (1 Juan 4:21).
Karen nos da un buen ejemplo de esa clase de amor. Ella tenía la pericia, la compasión y la visión necesarias para unir a toda la familia de una iglesia por causa de una amiga que estaba sufriendo. La preocupación de Karen por una persona multiplicó la bendición para muchas.
Esa demostración de amor y compasión durante siete años no recibió mucha atención. Pero significó todo para una mujer, para una familia y para una iglesia. Y me gustaría pensar que el compromiso de Karen con la compasión produjo titulares en el cielo. —TG