Después de una serie de entrevistas a gente anciana, el autor Don Gold publicó el libro Until the Singing Stops: A Celebration of Life and Old Age in America [Hasta que cese el canto: Un elogio a la vida y a la ancianidad en Norteamérica].
Gold amaba y admiraba a su abuela, y el recuerdo de ella fue lo que lo impulsó a reunirse con otras personas ancianas y aprender de ellas. Comenta que, mientras se dirigía a una de sus entrevistas, se perdió en un camino polvoriento y rural en Missouri. Cuando se detuvo en una granja para pedir indicaciones, un joven se le acercó, escuchó, se encogió de hombros y, después, respondió: «No sé». Entonces, siguió conduciendo. Unos kilómetros más adelante, volvió a detenerse en una granja. El granjero, un hombre anciano, bondadosamente le indicó sin ningún error el camino.
Tal vez, reflexionó Gold, esa experiencia resuma lo que él estaba investigando cuando el recuerdo de su abuela lo impulsó a salir a encontrar personas como ella. Buscaba a alguien que lo guiara en el camino de la vida.
Si eres «joven», busca personas mayores que hayan experimentado en profundidad el amor y la bondad de Dios a lo largo de su vida, ya que tienen la sabiduría necesaria que te ayudará para que tú también puedas crecer y madurar en la fe (Salmo 92:12-14).