Uno de los eventos sobresalientes del torneo de la Asociación de Fútbol de Inglaterra es la competencia final por la copa. Durante más de 100 años, esa jornada se ha destacado por el entusiasmo, los festejos y la competitividad. Pero lo que más me fascina es cómo se inicia el juego: cantan el tradicional himno «Conmigo Sé» [Abide With Me].
Al principio, me resultó extraño. ¿Qué tiene que ver ese himno con el fútbol? Sin embargo, mientras lo pensaba, me di cuenta de que, para los seguidores de Cristo, sus palabras se aplican por completo a los deportes, las compras, el trabajo, la escuela y todas las demás actividades. Como todos los rincones de nuestra vida deben verse afectados por la presencia de Dios, el anhelo de que Él se quede con nosotros y podamos ver su rostro es, sin duda, nuestro mayor y más razonable deseo. Desde luego, la presencia de nuestro Padre celestial no es algo que tengamos que pedir, ya que Él prometió estar siempre con nosotros. Hebreos 13:5 declara: «… porque [Dios] dijo: No te desampararé, ni te dejaré».
Que el Señor esté presente con nosotros no solo nos da satisfacción, sino que esa promesa también nos brinda sabiduría, paz, consuelo y fortaleza, independientemente de dónde nos encontremos o qué estemos haciendo.