Echémosle una mirada a un trecho del camino. ¿Ves esa señal más adelante? Sí, la que dice 2025. Cuando los ciudadanos de los EE.UU. lleguen a ese indicador, los que nacieron inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial celebrarán su cumpleaños número 79, y los miembros de la generación X estarán a unos cuantos años de aprovechar los beneficios de la seguridad social.

Según un estudio publicado en la revista American Demographics, la edad será lo que principalmente cuente cuando se dé un cambio demográfico de gran envergadura en los EE.UU. durante las dos décadas siguientes. Para el 2025, se tiene proyectado que cerca de uno de cada cuatro ciudadanos tendrá 60 años de edad o más. Hoy, esa proporción es de uno de cada seis ciudadanos.

Nos estamos dirigiendo hacia una sociedad de personas de la tercera edad, la edad de los años dorados. Esperemos que este grupo prominente de la población envejezca con gracia, y que el grupo de los más jóvenes los trate con respeto.

A  mí me enseñaron a respetar a los ancianos. Crecer con dos abuelas y una tía abuela que vivía en la casa de al lado me ayudó a aprender a amar y a apreciar a las personas mayores. Y mis padres fueron un ejemplo para mí en cuanto a la paciencia y atención que merecen los ciudadanos veteranos.

Ese es el tipo de comportamiento respetuoso que hizo que Eliú esperara su turno para hablar a Job. El joven esperó a que los demás dieran sus discursos porque «eran de más edad que él» (Job 32:4).

En el Nuevo Testamento, Pablo escribió estas palabras: «No reprendas con dureza al anciano, sino, más bien, exhórtalo como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos, a las ancianas, como a madres; a las más jóvenes, como a hermanas, con toda pureza» (1 Timoteo 5:1-2). Él enfatiza que a los hombres mayores se les debe tratar con gentileza y amabilidad, como a un padre, y a las mujeres mayores se las debe tratar amorosamente, como a madres.

Imitando el ejemplo de Eliú, es importante que respetemos a los que son mayores que nosotros. Eliú y Pablo ayudan a definir el deseo de Dios de que amemos y respetemos tiernamente a aquellos que están un poquito más allá en el camino de la vida.   —TF