Después de que una revista de noticias nacional publicó un artículo en Internet donde ubicaba a mi comunidad entre las primeras diez ciudades del país que iban camino a la extinción, sus habitantes se ofendieron y transmitieron su indignación dando pruebas de lo contrario. Un residente se esforzó al máximo para desmentir el duro juicio: reclutó a los ciudadanos del lugar para que se reunieran en el centro de la ciudad y filmaran un vídeo que exhibiera la vitalidad de esa comunidad. Esa filmación captó la atención mundial, y la revista de noticias reconoció su error, pero la organización que llevó a cabo la «investigación» mantuvo su conclusión, aunque esta estaba basada en criterios limitados.

La autodefensa de la organización me sorprendió porque su negligente conclusión parecía insostenible. Sin embargo, más tarde, pensé en la frecuencia con que emitimos juicios falsos basados en una información limitada. Uno de los ejemplos bíblicos clásicos de esta práctica son los amigos de Job. Erróneamente, llegaron a la conclusión de que el pecado de Job había sido la causa de la serie de tragedias que había experimentado.

Al final, Dios defendió a Job y brindó una conclusión sorprendente: no reprendió a sus amigos por juzgar a Job, sino por hablar falsamente de Él (Job 42:7). Este es un recordatorio aleccionador de que, cuando emitimos juicios descuidados sobre los demás, estamos pecando contra Dios.