No se suponía que esto demandara arreglos. Cuando decidimos comprar una casa nueva luego de 27 años en la misma área, y luego de haber criado cuatro hijos en nuestro hogar «de arranque» original, compramos una casa que parecía no necesitar demasiadas reparaciones… tan sólo algo de redecorado.

Han pasado casi dos meses desde que comenzamos a «redecorar» y todavía no estamos listos para mudarnos. El proyecto resultó ser más que salpicar un par de baldes de pintura y poner alfombra nueva.

Mi objetivo ha sido hacer que esta casa sea lo más perfecta posible para mi familia. Y eso no es algo fácil para un hombre que, es habilidoso para los arreglos de la casa, pero que sólo tiene los fines de semana disponibles, lo cual es mi caso. A lo largo de mi duro trabajo para sacar adelante este proyecto, toda esta idea de «preparar un lugar» ha cobrado nuevo significado.

Con todo lo que quiero trabajar en mi casa para que ésta sea todo lo que mi familia quiere que sea, mi deseo de mejorar mi hogar ni siquiera puede comenzar a alcanzar el concepto de preparar un lugar» como se describe en Juan 14.

En ese pasaje, Jesús consoló a sus discípulos diciéndoles que Él se iría a «preparar un lugar» para ellos. Y para nosotros. Ese lugar, por supuesto, es el cielo. En los 2000 años que han transcurrido desde que Jesús reveló esta verdad a sus discípulos, Él ha estado preparando ese lugar maravilloso e increíble para nosotros.

Imagina cómo va a ser. Por un lado, el cielo tendrá las características más increíbles en la historia del mundo. Se nos habla de calles de oro y paredes de joyas, y nos sentimos intimidados por las posibilidades. Pero hay algo muchísimo mejor. En este nuevo hogar que Jesús está preparando para nosotros, la característica más extraordinaria, la más imponente, la más formidable será una persona, no una cosa. La característica más grande allí será nuestro Señor mismo.

Es Jesús mismo, sentado junto a nuestro Padre Dios, qui nos atraerá, nos inspirará y nos emocionará en medio del esplendor creado de nuestro hogar eterno.

Sí, Jesús está preparando un lugar, pero para lo que necesitamos estar preparándonos es para ese gran momento en que veamos al Maestro Constructor cara a cara.  —JDB