Lunes por la noche. Una pepsi helada. Palomitas de maíz calientes. Los pies en alto. Los Empacadores de Green Bay contra los Osos de Chicago. Estaba lista para ver un poco de fútbol americano. Y entonces pasó. ¡Ring!

«Soy (quienquiera que sea) de (cualquier compañía de ventas por teléfono). Me gustaría hablarle acerca de…» ¡Clic!
Esas llamadas vespertinas de telemercadeo realmente me fastidian. Y aparentemente no sólo a mí. El otoño pasado, Estados Unidos estableció una lista conocida como «No llamar» para hacer saber a los que venden por teléfono cuáles números deben eliminar de sus listas «para fastidiar». Cualquiera puede inscribirse en un sitio en la Internet y quedar libre de muchas de esas molestosas llamadas.

Admito que algunas veces he deseado que Dios tuviera una lista «No llamar» en la que yo pudiera inscribirme, tal y como Jonás podría haber deseado. Cuando Dios llamó a Jonás para que asumiera  una dura tarea, él se fue corriendo. Tal vez tenía miedo de los poderosos ninivitas. Tal vez era demasiado orgulloso para asumir el rol de un siervo. Tal vez tenía prejuicios contra personas que no creía fueran dignas de salvación. Cualesquiera que hayan sido sus razones, Jonás debió haber deseado detener la llegada del llamamiento de Dios.

La de Jeremías fue una historia diferente. Dios lo llamó cuando era joven, tal vez durante su adolescencia, para que dijera a Su pueblo que estaba hecho un desastre. Jeremías respondió al llamamiento y se fue corriendo… en la dirección correcta. No siempre fue fácil. Pasó por épocas duras (Lamentaciones 3:1-20) e incluso cuestionó la bondad de Dios (Jeremías 12:1). Pero se mantuvo fiel y Dios lo usó de grandes maneras.

¿Alguna vez has deseado que Dios simplemente dejara de llamar? Yo lo he hecho. Algunas veces he puesto mis propias comodidades, mis propios deseos, mi propia flojera y mi propio temor por encima de lo que sé que Dios quiere que haga. Pero Dios no tiene una lista «No llamar».

Sí, la vida podría ser más fácil si Dios dejara de tratar de comunicarse con nosotros. Pero al final, la vida será muchísim comunicarse con nosotros. Pero al final, la vida será muchísimomejor si recibimos la llamada.  —TC