Durante siglos, el primer día de mayo en el hemisferio norte se ha reservado para celebrar la primavera y el retorno de las flores al paisaje. Cuando yo era niño hacía pequeñas canastas de flores de papel de colores en el colegio, y luego salía a recoger flores silvestres.

En Michigan, para esa fecha sólo habían bellezas primaverales tales como las violetas y los lirios. Así que recogíamos manojos de estas flores, las colocábamos en las canastas, y luego las colgábamos en los picaportes de las puertas de los hogares de las mujeres ancianas.

Sin embargo, irónicamente, durante una buena parte del siglo XX, el partido comunista celebraba en todo el mundo [todavía se celebra en algunos sitios] el 1º de mayo para conmemorar el nacimiento de la rebelión internacional de los trabajadores.

Durante décadas se celebró este día en Moscú con un gran desfile de poderío militar. Setenta años después, el control represivo del partido comunista en la Unión Soviética, que dejó millones de muertos, llegó a su fin. Como una conclusión adecuada para esta larga era de violencia, un ciudadano de Moscú celebró metiendo un ramo de flores en el cañón de un tanque militar, simbolizando el valor imperecedero de la belleza sobre la fealdad de la guerra.

La fe en el poder de la belleza era algo especialmente significativo para el escritor ruso Fiódor Dostoievski. Para él, la lucha entre la guerra y la paz finalmente quedaba simbolizada de la mejor manera con la batalla entre la belleza y la fealdad. Se le cita diciendo: «En la belleza está la salvación del mundo.» Y encontró la mayor expresión de belleza de la historia en la venida de Dios al mundo en la forma de un hombre —Jesús— para morir por la humanidad pecadora. El profeta Isaías predijo la realidad de que Jesús nos traería «diadema en vez de ceniza … aceite de alegría en vez de luto … manto de alabanza en vez de espíritu abatido» (61:3).

En este día de mayo, detente  para reflexionar en el renacimiento de las flores. Piensa en ellas como figuras de nuestro Salvador, quien con su muerte, sepultura y resurrección venció la fealdad del pecado con la belleza de su gracia increíble.  —DO