Uno de los gozos de ser líder de una iglesia es preocuparse por las personas y mostrar compasión por ellas al orar por su sanidad física y emocional. Muchos creyentes tienden a rehuirle a la enseñanza y la práctica bíblica de la unción con aceite y de orar por los enfermos debido a que se ha interpretado mal y abusado de ella. Pero Santiago 5:14-16 es inconfundible en cuanto a su enseñanza. Existen al menos cinco conceptos que deben guiar nuestra práctica de ungir a los enfermos y orar por ellos.

1.  En las Escrituras se enseña la unción con aceite y la oración por los enfermos, y se practicó en la iglesia primitiva. Si la práctica no encaja dentro de nuestra red de pensamientos y experiencias, debemos estudiar la Biblia para tener una mayor comprensión.

2. Los ancianos han recibido la autoridad de actuar en el nombre de Jesús para algunos asuntos. Los ancianos de la iglesia no poseen don especial de sanidad ni justicia especial alguna. Se les da el privilegio y la responsabilidad de ungir y de orar con fe por los enfermos en el nombre y por la autoridad de Jesús.

3. El aceite en sí no tiene poder especial alguno, pero probablemente tenga un par de propósitos. Era señal de fe y símbolo de la presencia del Espíritu Santo proveyendo sanidad, consuelo y seguridad.

4. Debemos orar con confianza (en fe) por la sanidad completa hasta que sea obvio y evidente que Dios ha elegido sanar o hacer alguna otra cosa. Dios sana de manera sobrenatural, y sana de manera natural a través de los médicos y los avances médicos.

5. Dios es soberano. No está obligado a sanar a todos ni a nadie. Sin embargo, algunos serán sanados y otros no. En vez de intentar manipular a Dios y de regatear con Él, debemos pedir la sanidad con fe.

Si Dios elige sanar a alguien por quien oramos, se le debe dar toda la alabanza, el honor y la gloria a Él.  —MW