«Quiero ayudarlos a invertir sabiamente en su futuro». Esto fue lo que dijo el consultor financiero cuando empezó a hablar sobre invertir fondos en planes de jubilación privados o estatales. Quería que todos sus oyentes siguieran colocando dinero en el mercado financiero durante los vaivenes de la economía, porque, históricamente, al final daría importantes ganancias.
Dios quiere que también invirtamos sabiamente en nuestro futuro espiritual. Durante los altibajos de la vida, deberíamos invertir constantemente en una «cuenta incorpórea»: nuestro carácter. El apóstol Pedro nos dice que nos ocupemos con diligencia del desarrollo del carácter (2 Pedro 1:5-11). Después de confiar en Cristo como Salvador, debemos invertir estas cualidades en nuestro ser: fe, virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal y amor.
Las ganancias que obtendremos en el futuro por haber invertido en nuestro carácter serán piedad (vv. 5-7), fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo (v. 8), seguridad de nuestro llamamiento (v. 9) y victoria sobre el pecado (v. 10).
Colocar dinero en fondos de jubilación puede ser provechoso, pero ¡invertir en nuestra vida espiritual ofrece los mejores beneficios para el futuro!