Acabo de darle a Dios un examen tipo composición, en vez de uno de opción múltiple. He aquí lo que quiero decir. Una de las mejores partes de vivir en Carolina del Norte era el ministerio que Dios proveyó. Supervisar un estudio bíblico para estudiantes en la Universidad Campbell, dirigir un estudio bíblico en el hogar, participar en una capilla militar, todo esto era tan motivador como la enseñanza en la universidad.
Mientras me preparaba para mudarme a la Universidad Auburn, mis amigos me preguntaban: «¿Así que vas a formar parte de otro estudio bíblico? ¿Vas a participar en el Fuerte Benning?» Mi respuesta sincera era: «No lo sé.»
No estaba dándoles excusas, pues con los años he aprendido a no limitar a Dios a mis elecciones. No le doy un examen de opción múltiple para así dirigirlo a que seleccione de entre mis opciones. Si yo no sabía qué iba a hacer en Auburn, era porque Dios todavía no me lo había revelado.
Cuando Dios llamó a Jeremías, no le dio todos los detalles. Si lo hubiera hecho, tal vez Jeremías habría huido hacia la frontera. En vez de ello (condensando los versículos 7 y 8), Dios prometió dirigir a Jeremías y hablar a través de él. Eso era todo lo que necesitaba saber.
Del mismo modo, creo que Dios me ha dirigido a Auburn. Creo que Él quiere que cada cristiano se comprometa con la santidad y se involucre en el discipulado y la evangelización.
Solía contarle mis planes a Dios, y luego esperaba que Él hiciera lo mismo que yo. Cuando no se manifestaba, me preguntaba cuál sería Su problema, sin darme cuenta de que el problema era mío.
Cuando permitimos que Dios nos dirija en algún ministerio,en vez de decirle a dónde debe enviarnos, recibimos dos bendiciones. La primera es, por supuesto, que le damos honra como el Señor de todo en nuestra vida. La segunda es que su dirección por lo general nos sorprenderá tanto como nos bendecirá.
Así que al buscar la voluntad de Dios, no expongas las opciones frente a Él. Deja que Dios escriba la composición. —JC