¿Por qué es que cuando surge el tema del cielo tengo muy poco que ofrecer? Rara vez estimula mi interés, y estoy bastante conforme con que la conversación se ajuste a un tema más adecuado y más tangible. Por cierto, yo creo en el cielo. Me alegra ir rumbo a ese destino final. Pero ahora, en estos momentos en que respiro el aire de este planeta, el cielo a menudo parece… pues… aburrido.

Así que cuando Pablo escribió desde la cárcel, meditando si sus días sobre la tierra serían pocos o muchos, batallaba con una tensión que me desconcierta. Pablo se debatía entre la libertad y el martirio. Si bien es cierto que estaba preocupado, su estado de ánimo rayaba en la ambivalencia. Concluyó que su liberación ampliaría su servicio a los que amaba; pero una cita con el verdugo romano otorgaba el premio real: la muerte.

Sus sorprendentes palabras fueron: «Pues para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia» (Filipenses 1:21). ¿Morir es ganancia?

En un mundo al que lo consume alcanzar aquello en lo que nuestros ojos están fijos —a cualquier costo— la muerte es la aterradora barrera hacia el éxito. En una cultura empeñada en agarrar firmemente lo que poseemos, la muerte es el enemigo final, lo oscuro y desconocido que nos quita nuestras posesiones lo oscuro y desconocido que nos quita nuestras posesiones arrancándolas de nuestras manos. Llenos de incredulidad preguntamos: «¿Cómo podría ser la muerte ganancia?» Esas palabras no son sino puras tonterías.

Las palabras serias requieren de preguntas aún más serias. ¿Por qué las palabras de Pablo me son tan extrañas? ¿Por qué me parecen tan ingenuas, tan fuera de orden?

Al volver a hurgar en los pensamientos de Pablo quedo admirado por el orden de sus palabras. Pablo dijo: «El vivir es Cristo y el morir es ganancia.» Hay orden aquí, una simetría fiel. Estos son ideales que no compiten entre sí, sino que más bien son complementarios. La muerte es ganancia porque el vivir es Cristo.

Jesús es el centro. Jesús es la vida. Pablo no es el centro, y Pablo no es la vida. El mundo de Pablo ya estaba orientado hacia la eternidad, la realidad más profunda: el cielo. La muerte implemente sería más allíde aquello por lo que él había estado viviendo aquí. Y así ¿cómopodría la muerte ser otra cosa que ganancia?  —WC