En agosto de 2009, Blair y Ronna Martin perdieron a Matti, su enérgico hijo de 9 años de edad, cuando una vaca de su granja lo arrastró hacia la muerte. Tuve la oportunidad de conocer a esta familia de Kenai, en Alaska, y compartir su dolor. Sé cuán terrible ha sido para ellos esta tragedia.

También sé que están procurando recibir refugio y consuelo en Dios en medio de su angustia. Un comentario de la madre de Matti es valioso para cualquiera que esté atravesando uno de los valles de la vida. Durante uno de sus períodos de depresión, Ronna leía 2 Corintios 1:9, que dice que «no [confiemos] en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos». Sintió como si Jesús estuviera diciéndole: «Ronna, sé que el camino ha sido demasiado duro para ti y que ya no te quedan fuerzas. No te avergüences de tu agotamiento, sino considéralo una oportunidad para que yo me haga cargo de tu vida».

Cuando el trayecto se vuelve demasiado difícil de transitar, 2 Corintios 1:9 es un recordatorio de que no viajamos solos. Tenemos la ayuda de Aquel que demostró su poder en la resurrección y que volverá a demostrarlo cuando resucite para vida eterna a nuestros seres queridos creyentes en Cristo de todas las generaciones. «Mi fortaleza y mi esperanza tienen que estar únicamente en Dios», dijo Ronna. Esta es una verdad que todos necesitamos recordar mientras recorremos la travesía que el Señor tiene para nosotros.