¡Tengo fotografías para probarlo! El año pasado, mientras estábamos de vacaciones en el Reino Unido, mi esposa y yo alquilamos un automóvil y viajamos por las tierras altas escocesas. Viajamos a lo largo del lago Ness (evitando pasar por las trampas para turistas con el tema del monstruo), disfrutamos de las montañas nevadas y cubiertas de brezos, y tomamos fotografías a cada vista que, dado un lindo día de verano, parecía sacada de una postal. El cuarto día paramos en la pensión de la Asociación de Hostales Juveniles Escoceses, en un pueblecito pesquero llamado Ullapool, y  entramos con nuestras cosas a cuestas.

En las noches de verano escocesas se puede gozar de la luz hasta la medianoche. Eran como las 9 p.m. cuando mis ojos se desviaron del tablero de Scrabble que estaba jugando, y comencé a mirar despreocupadamente por la ventana. De repente solté algo en voz alta: «¡Nunca antes había visto algo así!» Alertados, el resto de los huéspedes del hostal primero miraron, y luego corrieron en busca de sus cámaras.

Justo enfrente de nosotros estaba el final de un arco iris. Sus colores brillaron majestuosamente durante más de una hora, algo bueno, ya que parecía que todo el pueblo estaba en la calle junto al lago disfrutándolo. Desde entonces no he vuelto a ver nada igual.

¡Pero a la mañana siguiente uno hubiera podido pensar que habíamos despertado en otro lugar! Unos nubarrones dominaban el cielo y lloviznó todo el día. No había arco iris, ni rayos de luz, ni barcas de colores reflejadas en las aguas totalmente quietas. En comparación con ello, Ullapool se había convertido en un pueblo de barcos pesqueros y de redes de pescar malolientes.

Una de las maneras en que Jesús se describió a Sí mismo fue como la «Luz del mundo». La vida se ve sorprendentemente diferente bajo la luz, al igual que el pueblo. Con Jesús vemos nuevos horizontes y nuevas perspectivas. Con Él vemos nueva belleza y nuevo color. Con Él la oscuridad es echada fuera. Con Él, lo invisible se hace visible y nuestros ojos espirituales quedan abiertos a su punto de vista.

Con Jesús la Luz se nos promete que no tropezaremos. Abramos los ojos.  —SV