Todo lo que queríamos era que nuestra tina de baño estuviera nuevamente brillosa. Lo que conseguimos, además de una bañera brillosa, fue un gran ejemplo de fe.
Cuando llamé a Harvey para que viniera a trabajar en nuestra bañera, no sabía que él era cristiano. Pero una vez que llegó, no tomó mucho tiempo descubrir que era un creyente audaz, uno de esos cristianos raros que no pueden evitar hablar de Jesús.
Llegamos a conocer a Harvey y supimos cómo Dios lo había llevado en dirección contraria a un par de cosas que normalmente consideramos trabajo cristiano: comenzar iglesias y evangelizar. En vez de ello, él repavimenta las bañeras de las personas para que se vean bonitas. Dios lo ha habilitado para que llegue a un hogar nuevo cada día con su sociable mensaje del evangelio. Y obviamente, jamás deja de hablar de su fe. Este hombre trabajador no sólo sirve a los demás (2 Corintios 9:12), sino que glorifica a Dios por su obediencia a su confesión del evangelio de Cristo (v.13).
Cuando pienso en Harvey y en su fe que lo obliga a hablar, algo de lo que dijo sobresale como una verdadera demostración de su devoción inquebrantable a Jesús. Cuando se fue de nuestra casa luego de embellecer nuestra tina dijo: «Si no nos volvemos a ver, los veré en el cielo. Me reconocerán porque estaré de rodillas, abrazando a Jesús.»
¡Qué gran imagen de agradecimiento a nuestro Salvador por lo que hizo por nosotros en la cruz! ¡Qué descripción tan clara de gratitud por la vida eterna que sólo Jesús puede dar!
Un día en el cielo, sabremos cómo alabarle de manera perfecta. Pero aun ahora podemos alabar a Jesús por la manera en que nos relacionamos unos con otros, asegurándonos de que ellos también sepan de Él. Jesús merece nuestra alabanza más sincera y ferviente. —JDB