Se tiene que cumplir con ciertos requerimientos rígidos para llegar a ser miembro de algunos «reinos». Ciertas organizaciones y clubes tienen rigurosas normas de aceptación: social, económica y algunas veces racial. Si uno no es multimillonario no se califica. Las universidades exclusivas exigen pruebaa de aptitud académica casi perfectas y notas altas en la secundaria. Las corporaciones exigen credenciales impecables antes de cubrir cargos ejecutivos. Para decirlo sin pelos en la lengua simplemente no quieren a cualquiera. Sus estándares está diseñados para prohibir la entrada a las personas.

La buena noticia es que los requisitos de entrada para el reino de Dios no son así. Cualquiera que abre la puerta de su vida al gentil llamado del Salvador, y que por fe lo deja entrar, puede cumplirlos. Eso es porque Él cumplió con los estándares de la santidad de Dios para nosotros por medio de su carácter y su obediencia perfectos a Dios.

Marcos, el autor del evangelio, escribió que al poco tiempo de que Juan el Bautista fuera encarcelado, Jesús comenzó a predicar este mensaje: «El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio» (1:15). Jesús se refería a Sí mismo, a su obra y al evangelio. Él era Dios entre los hombres. Pronto moriría como sacrificio por nuestros pecados. Podemos nacer en el reino de Dios y llegar a ser miembros de su familia al recien el reino de Dios y llegar a ser miembros de su familia al recibir a Jesús como nuestro Salvador.

La buena noticia también es que a cada uno de nosotros –sin importar nuestra condición social, origen étnico, pobreza o comportamiento pasado– se le ofrece la entrada al reino de Dios. Simple-mente es cuestión de confiar en Jesús. Eso es. Nada más. Jesús lo comparó con la fe que tiene un niño (Marcos 10:15).

Si has estado tratando de garantizar tu entrada al cielo apilando buenas obras sobre el buen nombre de tu familia y tus expedientes académicos de graduación magna cum laude, olvídalo.

Confía en Jesús. Recibe su regalo de salvación y habrás cumplido con todos los requisitos de entrada para ser miembro del reino de Dios.  —DCE