Uno de mis mayores temores cuando era niño era hacer un aterrador viaje al doctor. Mayormente quedaba paralizado de terror por lo que creía que el médico encontraría durante el examen. Estaba seguro de que el doctor encontraría cáncer, diabetes, anemia falciforme o alguna otra enfermedad. Sin embargo cuando crecí me di cuenta de que los exámenes y controles periódicos eran buenos y beneficiosos para mi salud física.

En Juan 8:7, Jesús hizo uso de una tranquila declaración para hacer que un grupo de hombres, que habían atrapado a una mujer en el acto de adulterio, se examinaran a sí mismos. espiritualmente: «El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en tirarle una piedra.» Luego que Jesús hubo dicho eso, se inclinó y comenzó a escribir en la tierra.

Si cualquiera de esos hombres hubiese lanzado una piedra a la mujer habría sido culpable de engaño. Mucha es la  presión que se siente al ser puesto en una posición de juzgar a los demás Eso puede dar como resultado un serio examen de conciencia.

Para el creyente, el examen de conciencia es la reflexión consciente sobre el carácter, los motivos y las acciones de uno, a fin de juzgar si éstos están verdaderamente en concordancia con los valores cristianos. El examen debe llevarse a cabo sobre la base de la revelación que Dios hace de Sí mismo en la Biblia y en Jesús. ¿Por qué la mayoría de las personas se niegan a vivir una vida examinada? Es doloroso diagnosticar la enfermedad en nuestra vida. El autoexamen espiritual frustra nuestro intento de manejar una imagen y nos ayuda a construir un carácter sustancial.

Una de las claves para vivir una vida examinada es dar a Dios la libertad de profundizar en nuestro estado espiritual enfermo, revelarlo y sanarlo. Él nos examina, no para destruirnos, sino para convertirnos en personas que se parezcan a Jesús.

Así como los exámenes físicos son buenos para nuestra salud física, los exámenes espirituales son buenos para nuestra salud espiritual. Oremos y pidámosle al Gran Sanador que nos examine y revele los caminos dañinos en nuestra vida.  —MW