Cuando mi mamá murió un día como hoy hace 24 años, descubrí que el sufrimiento no es sólo una respuesta emocional a la profunda pena. Puede manifestarse como dolor físico. Recuerdo que sentía un enorme peso en el pecho que me dificultaba la respiración.

Muchos amigos maravillosos vinieron a la funeraria a expresar su preocupación. Pero recuerdo quedar sorprendida ante la llegada de una persona en particular. No conocía bien a Catherine, pero sabía que su madre había muerto exactamente tres meses antes. Cuando Catherine me vio, se le ahogaron las palabras «¡Lo lamento tanto!» Al abrazarla susurré: «Tú sabes, tú sabes.»

Pensé en Catherine muchas veces durante el siguiente año y durante muchos años después. Ella sabía exactamente lo que yo estaba sintiendo. A partir de ese momento, Catherine se convirtió en mi punto de referencia al medir mi continuo pesar. A los tres meses de la muerte de mi mamá pensé: Así fue como se sintió Catherine cuando vino a la funeraria. ¿Cómo lo hizo?A los seis meses: Todavía no supero esto. ¿Cuánto duró la pena de Catherine?A los nueve meses: Ha pasado un año desde que murió la mamá de Catherine.Al año: Todavía duele. ¡Extraño a mi mamá! Así es como se sintió Catherine.

No todos tienen una Catherine. Pero si somos seguidores de Jesús podemos aferrarnos fuertemente al conocimiento que Él tiene de nuestra profunda pena. Él conoce nuestras lágrimas. La preocupación de Jesús por nosotros va mucho más allá de la lástima. Él se identifica con nosotros.

Jesús conoció las lágrimas de la tristeza. Él «lloró» cuando su amigo Lázaro murió (Juan 11:35). Conocía el pesar. La noche antes de su crucifixión dijo a sus discípulos: «Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte» (Mateo 26:38). Luego, los hombres que eran sus seguidores y amigos más cercanos lo abandonaron cuando Él más los necesitaba. Cuando Jesús estuvo en la cruz, hasta el Él más los necesitaba. Cuando Jesús estuvo en la cruz, hasta elPadre lo abandonó. Él conoce la soledad.

El pesar no se mide por el  paso del tiempo ni se limita a éste. Si sientes tanto dolor que crees que vas a morir recuerda: Jesús lo sabe y está contigo.  —CK