El diablo y Daniel Webster es un cuento corto de Stephen Vincent Benet. En él, Jabez Stone, un granjero de Nueva Inglaterra, tiene tanta «mala suerte» que le vende su alma al diablo para volverse próspero. A la larga, el diablo aparece para cobrarle la deuda a Jabez, pero llaman al eminente abogado Daniel Webster para que lo defienda. Mediante una habilidosa serie de argumentos, Webster gana el caso contra el diablo y Jabez se salva de la perdición.
Por supuesto, este cuento es una ficción. Pero la Biblia registra una visión en la que Satanás acusa a un creyente delante del Juez divino. Josué, un sumo sacerdote, se presenta delante de Dios. Como una muestra de su pecado y culpa personal, este sacerdote se viste con ropa inmunda. Cerca de allí, Satanás lo acusa, pero el ángel del Señor lo reprende y le dice a Josué: «Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala» (Zacarías 3:4).
Solo Dios puede hacer que un pecador sea aceptable delante de Él. Y el Nuevo Testamento nos dice cómo se produce eso: «… si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo» (1 Juan 2:1).
¿Te sientes indigno de entrar en la presencia de Dios? Recuerda que, como creyentes, la sangre de nuestro Salvador Jesucristo nos ha limpiado y que Él mismo nos representa.