Camino de un lado al otro frente a la ventana de mi sala, sintiéndome inútil porque no hay a dónde ir. Han pasado dos años desde que me gradué con un título en ciencias de la computación, y todavía no tengo trabajo. ¿Por qué es que desde que le dediqué mi vida a Dios todo parece haber quedado paralizado? En este momento, la vida se ha convertido en un juego de espera.

Aun así, en medio de toda mi espera, Dios se está moviendo fielmente en mi corazón y en mi vida. Él ha hecho cosas asombrosas en estos últimos dos años. Durante los primeros 12 meses, y por primera vez en mi vida, abrí la Biblia para saber de Jesús.

Durante el segundo año, Dios me colocó en un programa para obtener credenciales para enseñar, el cual he completado recientemente, y estoy esperando con paciencia una oportunidad para dar clases en la escuela primaria. Creo que todo esto sucedió porque esperé en el Señor.

El rey David creía en la fidelidad de Dios cuando declaró: «Encomienda al SEÑOR tu camino, confía en Él, que Él actuará; hará resplandecer tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía» (Salmo 37:5-6).

Luego de su declaración David dijo: «Confía callado en el SEÑOR y espérale con paciencia» (v.7). Cuando esperamos en el mediodía» (Salmo 37:5-6).

Luego de su declaración David dijo: «Confía callado en el SEÑOR y espérale con paciencia» (v.7). Cuando esperamos en el Señor y nos deleitamos en sus caminos, Él nos concede las peticiones de nuestro corazón (v.4).

En los tiempos del Antiguo Testamento, el pueblo de Dios esperaba el más grande de todos los obsequios: a nuestro Salvad Jesucristo. La próxima vez que usted se descubra caminando de un lado al otro frente a la ventana de su sala, recuerde lo que Dios ya ha hecho al darle a su Hijo. Y siga esperando y confiando en Él. —Michael Chen (California)

Escrito por un amigo lector de Nuestro Andar Diario.