Mike Krzyzewski es uno de los entrenadores de baloncesto masculino universitario más grandes en la historia de la NCAA [la Asociación Nacional Atlética Universitaria de los EE.UU.]. Una de las principales razones por la que ha podido convertir su equipo, el Duke, en semejante fuente de poder es que sus jugadores creen en él. Confían en su capacidad de entrenarlos y motivarlos, así que están dispuestos a hacer lo que él les pida que hagan.

En el año 2001, cuando el Duke (que finalmente ganó el campeonato nacional) estaba atravesando por ciertas adversidades, perdió a su jugador central, Carlos Boozer, quien se había fracturado un pie. Al día siguiente, luego de que el equipo se hubiera dado cuenta de que su hombre grande del medio estaría fuera por varias semanas, el Entrenador K se apareció en la práctica a las 6 a.m. con una sonrisa en el rostro. Uno de sus jugadores, Mike Dunleavy, más tarde recordó lo que el entrenador les había dicho a sus decepcionados jugadores en la ofensiva: «Él prometió que iríamos a las semifinales y que ganaríamos el campeonato nacional.»
Y así fue.
Se hace cualquier cosa por un entrenador en el que se confía.
También se hará cualquier cosa por un Dios en el que se puede
confiar. Abraham estaba confiando mucho cuando llevó a su hijo al
monte Moriah. En primer lugar, Abraham tenía que tener una
confianza absoluta en que Dios sabía lo que estaba haciendo.
Después de todo, Isaac era la única esperanza de Abraham para que
se cumpliera la promesa de Dios de producir una nación con un
pueblo innumerable. Sacrificarlo lo arruinaría todo.

Y seguramente, Isaac tenía que tener una confianza suprema en su papá, porque claramente ellos estaban subiendo el monte para hacer un sacrificio… y no había animal a la vista. Además, cualquier padre que le sugiriera a su hijo que se echara sobre el altar normalmente se encontraría con una resistencia bastante fuerte.

Un buen entrenador se gana la confianza, pero en nadie se puede confiar tanto como en Dios. Él se lo demostró a Abraham al proveer de un carnero, y nos lo demostró a nosotros proveyendo un Cordero. Podemos depositar en Dios nuestra absoluta confianza. –JDB