Ha pasado una generación desde la época en que yo estaba en la secundaria y en la universidad, allá por los días de los hippies, los Beatles, John F. Kennedy y la Asociación Estadounidense de Baloncesto. Recuerdo aquellos días y me pregunto qué dirección ha tomado la Iglesia cristiana. ¿Cómo puedo evaluar si hemos avanzado o retrocedido espiritualmente?

Una manera de hacerlo es comparando a los jóvenes cristianos de mi época con los jóvenes cristianos de la promoción del 2004, los graduados de la secundaria más recientemente acuñados.

En algunas formas somos muy diferentes. He observado que en muchos casos, los graduados de hoy tienen mucha mayor libertad, mucha mayor confianza y muchas más oportunidades de las que nosotros teníamos. También han dejado de lado algunas de las limitaciones arbitrarias que nos restringían a nosotros. Las elecciones musicales son más amplias y más abiertas. Algunas de las «cosas mundanas» que se nos enseñaron debíamos evitar forman ahora parte normal de su vida. Algunos observadores dirían que ha habido un declive de entonces a ahora.

Sin embargo, he notado algo alentador al observar a algunos devotos creyentes en Jesús que se han graduado recientemente. En las cosas que importan más —las elevadas normas morales, el deseo de una vida piadosa y el amor por las cosas de Dios— a algunos de estos jóvenes les está yendo tan bien o incluso mejor que a mí y a estos jóvenes les está yendo tan bien o incluso mejor que a mí y amis amigos en nuestro tiempo.

Ha habido una sacudida a lo largo de los años a medida que hemos pasado por el tamiz la forma en que miramos la madurez espiritual. En vez de enfocarse en las cosas externas, me parece que hay una mirada más seria hacia adentro que se concentra en la adoración, en una relación con Dios, en la responsabilidad personal y en la verdadera moralidad. Eso es lo que les ha permitido a los jóvenes de hoy la libertad de explorar su fe en Jesús en formas nuevas y emocionantes.

Independientemente de la generación en que nos encontremos, nuestro éxito como cristianos se guía por la enseñanza de las Escrituras, un profundo amor hacia los demás y una relación creciente con nuestro Salvador.  –JDB