Durante los últimos años, mi hija Rosie ha sido directora teatral en una escuela secundaria local. Los alumnos se presentan a las pruebas y solo algunos son seleccionados para representar los papeles principales. Pero hay también muchos otros roles secundarios importantes que deben llevarse a cabo y que son vitales para la producción.

Hay otros jóvenes que quieren formar parte del espectáculo, pero no les gusta estar a la vista, sino que varían el escenario, abren y cierran los telones, manejan las luces y ayudan con el maquillaje y los cambios de ropa. Además, están los padres que forman parte de la comunidad y que proveen pizza y galletas para los ensayos, donan materiales, construyen escenarios, cosen disfraces, hacen carteles y reparten programas.

El éxito de los espectáculos es la culminación de un intenso proceso de cuatro o cinco meses que surge como resultado del arduo trabajo de una gran cantidad de dedicados voluntarios.

De manera similar, para que el cuerpo de Cristo funcione plenamente, cada uno de nosotros debe hacer su parte. Cada creyente está singularmente dotado para el servicio. Estos dones se combinan para cooperar los unos con los otros, «según la actividad propia de cada miembro» (Efesios 4:16), y las distintas partes se suman para formar un todo (Romanos 12:5).

Nos necesitamos mutuamente. ¿Qué papel estás cumpliendo en la vida de la iglesia?