Mis estudiantes son jóvenes. Yo no, y ellos lo saben. En realidad no es tan grave la cosa. Aun así, a mis estudiantes les encanta recordarme que la diferencia de edad entre nosotros se puede medir en décadas. «Perdón, pero eso fue antes de que nosotros naciéramos», dicen acerca de mis referencias.

Sin embargo, no estoy muerto todavía, ¡ni siquiera cerca de estarlo! Y Caleb no estaba listo para que lo guardaran en un depósito después que los hijos de Israel entraron en la Tierra Prometida. Uno de los dos ciudadanos más viejos de Israel, todavía tenía trabajo que hacer. Recordó a Josué que Moisés le había prometido tierra, y él quería tierra en la colina cerca de Hebrón.

Los anaceos ocupaban el área y Caleb estaba loco por enfrentarse a ellos. No quería mirar desde los bancos. Aunque tenía 85 años proclamó: «Todavía estoy tan fuerte como el día en que Moisés me envió» (Josué 14:11).

Entonces, ¿debimos haber armado al abuelo y enviarlo a Iraq? Ese no es el punto. Pero tal como lo demostró Caleb, un creyente puede tener mucha más vida de la que creemos que tiene. Cuando asumimos fragilidad adonde hay vigor, despojamos a la Iglesia cristiana de un valioso recurso.

Los Calebs de la Iglesia son magníficos ejemplos. (En este punto me voy a excusar como ejemplo, pues todavía estoy de este lado de los 50.) La fe de Caleb y Josué (creer que Dios podía derrotar a un fuerte oponente, como se describe en Números 13–14) era un gran ejemplo para la próxima generación. De la misma forma, los miembros más viejos de la Iglesia han confiado en Dios a través de muchas situaciones difíciles, dando ejemplo de fe a los que vienen detrás.

¿Vas a ser como Caleb y a ofrecer década tras década de servicio iel a Dios? Es un desafío que intimida. Pero puedes comenzar viviendo fielmente hoy, luego mañana, y así sucesivamente. Vive un día a la vez, y los años pasarán.

Un día podrías ser tan viejo como Caleb. Tal vez te parezca lejano, pero esa es la dirección en la que se mueve el tiempo: hacia adelante. El asunto no es si la gente te va a considerar muy viejo. Lo hará. El verdadero desafío es si te va a considerar un ejemplo. Eso nunca envejece.  —JC