El 29 de abril de 1992, cuatro policías de Los Ángeles fueron declarados no culpables de delitos contra Rodney King. Cuando la gente supo el veredicto hubo disturbios por toda la ciudad.
Después de varios días, 53 ciudadanos habían muerto, 2.300 estaban heridos, había 1.000 edificios quemados y 10.000 personas fueron arrestadas. El costo estimado para la ciudad de Los Ángeles por concepto de daños es de 1.000 millones de dólares.

En el calor de la contienda, Rodney King suplicó que cesaran los disturbios pronunciando su bien conocida frase: «¿No nos podríamos llevar bien?»

No, desafortunadamente, no siempre. Todos tenemos defectos. Peleamos. Discutimos por una insignificancia. Somos egoístas. Somos lascivos. Somos orgullosos. Podemos ser malos. No tenemos delicadeza. Estamos en desacuerdo.

En Hechos 15 leemos acerca de un desacuerdo entre Pablo y Bernabé, los primeros misioneros. Los dos hombres habían visitado muchas ciudades para predicar acerca de Jesús. Juan Marcos, un primo joven de Bernabé, había ido con ellos. Pero salió del compromiso pronto. Ahora estaba planeando otro viaje. Y Bernabé quería llevar a Marcos otra vez.

«¡Ni lo sueñes! —dijo Pablo—. Fíjate lo que pasó la última vez. No cumplió el compromiso. Nos dejó. De ninguna manera voy a correr el riesgo con él.» (Véase Hechos 15:37-40.)

Entonces, ¿quién tenía la razón? La Biblia no lo dice y en realidad no importa. El resultado del «desacuerdo tan grande» (v.39) que se produjo entre Bernabé y Pablo fue bueno. Bernabé se llevó a Marcos con él. Pablo escogió a Silas para que lo acompañara. Ahora había dos equipos misioneros que salían a divulgar el evangelio. A propósito, Marcos demostró ser un compañero digno de confianza y apreciado, incluso por Pablo, quien posteriormente lo llamó «útil» (2 Timoteo 4:11) y «colaborador» (Filemón vv.23-24).

No te desesperes por causa de una relación rota con otro creyente. Pídele a Dios que te revele tus propias faltas. Confiesa cualquier pecado que hayas cometido. Si has herido a alguien, pide perdón. A pesar de nuestras acciones egoístas y voluntariosas, Dios puede usar una situación mala para traer algo bueno (Romanos 8:28).  —CK