Eddie Fires se perdió la Navidad, aunque no a propósito. Su esposa e hijos se encontraban en casa de los padres de ella. Él tenía que trabajar 18 horas al día debido a una emergencia que había en su compañía. El plan era que él trabajara la Nochebuena y luego viajara casi 200 kilómetros en auto para reunirse con su familia. Había estado despierto durante casi 2 días.
Terminó su turno de trabajo la Nochebuena, pasó por su casa a cambiarse de ropa, y se recostó en un sillón para descansar un minuto antes de marcharse.
¡Adivinaste! Se durmió tan profundamente que ni siquiera el teléfono pudo despertarlo. Durmió hasta el día de Navidad ya bien entrada la tarde. ¡Eddie se perdió la Navidad!
No es el único. Algunas de las personas de quienes leemos en la Biblia se perdieron la primera Navidad. Uno de ellos fue el mesonero, quien pudo haber hospedado al Rey de reyes cuando nació en este mundo. Pero su mesón estaba lleno (Lucas 2:7), y el Hijo de Dios nació en un establo.
El rey Herodes también se perdió la Navidad. Creyó que el niño era un rival para su trono, por lo que pensando en asesinarlo, envió a los magos a hallar al recién nacido Rey (Mateo 2:8,13).
Los líderes religiosos de Israel también se perdieron la Navidad (Mateo 2:4-6). Contestaron la pregunta que les hicieron los magos. Buscaron en la profecía de Miqueas y vieron que el Mesías nacería en Belén (5:2). Pero no hay evidencia de que a estos expertos les hubiera importado tanto como para salir a encontrarlo.
¿Y tú? ¿Te perderás la Navidad? Si nunca has confiado en Cristo como Salvador la respuesta es sí, por muchos regalos que hagas o recibas y por muchas fiestas a las que asistas.
La Navidad es Cristo. Si confías en Él como Salvador, nunca más te perderás la Navidad… ¡aunque te la pases durmiendo! —DCE