La estatua de Saddam Hussein cayó, y en unos cuantos segundos, una multitud de ciudadanos de Bagdad estaban encima de ella: golpeando la imagen con los talones de sus zapatos y sandalias.
Tal vez viste este acontecimiento en la TV en la primavera del año 2003. Si es así, puede que te hayas preguntado por qué la gente se quitaba un zapato o los dos para hacer lo que hizo. Esta es la única razón: en el mundo árabe, golpear a alguien o algo con la base del zapato se considera un insulto supremo. Para ellos, es lo mismo que golpear a alguien en la parte trasera del cuello.
Toda región y cultura tienen sus propias acciones que son insultos grandes. Por ejemplo, en el norte de África, no se debe tocar a nadie con la mano izquierda. Eso es ofensivo. Lo mismo es no dejar que un chofer de taxi te abra la puerta del auto en Japón. Un gran insulto en América Latina es hacer lo que los americanos llaman el signo de okay(tocar la punta del dedo pulgar con la punta del dedo índice).
Como puedes ver, la señal positiva de una persona puede ser un acto negativo en ojos de otra. Puede ser fácil ofender a la gente en esta villa global que llamamos tierra, sobre todo si eres sal y luz (Mateo 5:13).
Jesús dijo a sus discípulos que la gente los insultaría, los perseguiría y diría toda clase de mal contra ellos falsamente por causa de Él (v.11). Las palabras y acciones que revelan Su justicia pueden ser ofensivas a los que viven en oscuridad.
El apóstol Pablo escribió: «Porque fragante aroma de Cristo somos para Dios entre los que se salvan y entre los que se pierden; para unos, olor de muerte para muerte, y para otros, olor de vida para vida…» (2 Corintios 2:15-16).
Oler a muerte es ofensivo. Puede incitar insultos. Sin embargo, nosotros no tenemos otra opción más que decir palabras veraces y hacer gestos amables que revelen a Jesús a un mundo caído.
Mantén salada tu sal y deja que tu luz brille mucho… insultes o no. —TF