El titular me afligió: «MADRE TOMA A HIJO COMO REHÉN». La historia incluía una foto de una joven madre tomando a su hijo de tres años de edad como rehén. Al final, la policía se vio obligada a dispararle a la madre porque estaba preocupada por el niño.

En este mundo imperfecto y lleno de pecado, los padres fallan a los hijos y los hijos desilusionan a sus madres y padres. Las madres adolescentes abandonan a sus bebés recién nacidos, y los padres dedicados se tienen que enfrentar con adolescentes rebeldes.

Yo tuve mi época de infelicidad con mi familia cuando era adolescente. Crecí en una familia asiática tradicional adonde no se demostraba el amor a menudo. Más bien me inculcaron mucha disciplina. Como resultado de ello, el temor llegó a ser una característica prominente en mi vida. Fue el amor de Dios lo que me cambió y me dio la gracia para amar a mis padres por quienes son. Comencé a entender que ellos estaban luchando por mostrarme su amor en maneras imperfectas.

Una experiencia que tuve cuando era líder de jóvenes me enseñó lo que debe sentir un padre o una madre. Después de invertir mi tiempo siendo mentora de una joven, se me destrozó el corazón cuando ella optó por seguir su propio camino. Yo aprendí lo que significa confiar a Dios la gente que amo. «¿Por qué?» —le pregunté. Él me reveló que ama a esta chica mucho más que yo, y que pacientemente obrará para influenciarla y para que ella regrese a Él.

Hoy, ya seas un hijo airado o un padre o una madre que sufre, deja que el amor de Dios te dé la gracia para aceptar las imperfecciones que trae la vida. Deja que su amor te guíe mientras tratas de amar a los demás de una manera menos imperfecta y piadosa.  —JL