Todos los años, a finales de noviembre, el presidente de los Estados Unidos decreta un indulto oficial para el «Pavo Nacional del Día de Acción de Gracias». Durante esta alegre ceremonia, un presidente señaló: «Nuestro invitado de honor parece un poco nervioso. Nadie le ha dicho todavía que lo voy a indultar». El pobre pavo tenía una buena razón para estar inquieto: sin una absolución, estaba condenado a ser la cena para festejar el día de acción de gracias.

Nosotros estamos en una situación similar en lo que respecta a nuestro pecado. Sin el perdón de Dios, vamos camino a la muerte segura. Esta condición es el resultado directo de nuestros errores. La Biblia dice: «Porque la paga del pecado es muerte» (Romanos 6:23). Sin embargo, podemos ser librados de esta sentencia de muerte porque el Hijo de Dios cargó nuestros pecados sobre Su cuerpo en la cruz, «para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida [fuimos] sanados» (1 Pedro 2:24). En 1 Juan 1:7, se nos dice que la sangre de Cristo «nos limpia de todo pecado».

Podemos aceptar el perdón de Dios por nuestros pecados y recibir la vida eterna cuando confesamos que Jesucristo es el Señor y creemos que Dios lo levantó de entre los muertos (Romanos 10:9). Considera hoy mismo cómo responderás al ofrecimiento de perdón que el Señor te hace.