Mi amigo Joe quería más de la Biblia. Creía que Dios había dejado muchos detalles colgando. Algunas de las preguntas de Joe eran cómicas. «Cuando la serpiente habló a Eva, ella no pareció sorprenderse —observa—. ¿Podríamos conjeturar que antes de la caída los animales hablaban?»

Otras preguntas son más serias. El asunto de la guerra de «bandera negra» en el Antiguo Testamento, en la cual todos eran aniquilados, es perturbador. El solo hecho de pensar en matar bebés me hace estremecer de repulsión. Y aunque la esclavitud estaba limitada a siete años en Israel (un concepto revolucionario en aquella época), ¿por qué se permitió siquiera? ¿Por qué no abolió Dios la esclavitud de entre su pueblo? ¿No hubiera sido el mundo un lugar mejor? Tal vez los Estados Unidos no hubieran tenido que soportar una horrible guerra civil, guerra que puso a los cristianos en ambos bandos usando las Escrituras para defender sus puntos de vista.

Los propios discípulos de Jesús estaban llenos de preguntas. Cuando Él le dijo a Pedro lo que le sucedería cuando fuera viejo, Pedro —típico de él— preguntó qué le sucedería a Juan (Juan 21:18-21). La respuesta del Señor debe haberlo frustrado. «Si yo quiero que él se quede hasta que yo venga, ¿a ti, qué? Tú, sígueme» (v.22).

La tentación que tenemos es la de colorear los espacios que Dios ha dejado en blanco. No nos gusta lidiar con lo desconocido o lo que no está claro. Tampoco nos gusta hacer el arduo trabajo de estudiar la Biblia. Pero la fe y las obras son componentes vitales de una vida vibrante centrada enJesús (Santiago 2:17).

Joe descubrió algo: «Yo dejé de preguntar “por qué Dios no nos dijo más?” —dice—. Ahora me pregunto “¿por qué lo dijo Dios de esa manera?”» Él reconoció que Dios es el autor divino de la vida, y que sus caminos muchas veces son misteriosos.

Podemos encontrar verdadera ayuda en nuestra búsqueda de respuestas. Dios nos ha dado el Espíritu Santo, el cual «os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho» (Juan 14:26).

La Biblia es extraordinaria. Nos da justo la información que necesitamos… y nada más. Dios nos ha dicho suficiente como para que dure toda la vida. Alábalo por lo que no nos ha dicho.  —TG