El lugar donde vives demanda ciertas cosas en cuanto a cómo hacerlo. En mi vecindario, el camión recolector de basura pasa los martes por la mañana, así que, estoy encargado de sacar el cesto de residuos la noche anterior. A los vecinos les desagrada que se dejen pilas de basura en la acera durante días. Además, muchos niños juegan fuera de la casa; por lo tanto, hay carteles por todas partes que les recuerdan a los conductores que circulen lentamente. Esto significa que yo conduzco despacio y tengo cuidado porque los pequeños corren sin mirar tras los balones que se les van a la calle.
Es importante recordar que Dios nos ha colocado en el «reino de su amado Hijo» (Colosenses 1:13). Vivir en Su vecindario significa que hay patrones de comportamiento que transforman la vida y que deberían reflejar con claridad dónde estamos ubicados espiritualmente. Por esta razón, Pablo nos recuerda que el reino de Dios no consiste en discutir y pelearse por cuestiones terrenales, sino en considerar la «justicia, paz y gozo» (Romanos 14:17). Vivir según los parámetros divinos, ser pacificadores y generar gozo en todas nuestras relaciones interpersonales es la verdadera esencia de la vida cristiana. Y cuando vivimos de este modo, nuestro andar agrada a Dios y bendice a los demás (v. 18).
¡Parece ser la clase de vecindario donde a todos les encantaría vivir!