Indira Gandhi, la antigua primera ministra de la India, observó: «Hay dos tipos de persona: las que hacen el trabajo y las que se toman el crédito.»
Yo descubrí esta cita en una página de Internet que tenía fotos de la naturaleza. Estaba puesta sobre una hermosa fotografía de hojas de otoño caídas. El pie decía: «¿Te estás tomando el crédito por el trabajo que hizo otra persona? Pues, eso es como mentir, ¿verdad?» Necesité un momento para darme cuenta de la ironía. La fotógrafa estaba haciendo exactamente lo que parecía censurar.
Después de todo, Dios es el que hizo la obra de crear la escena. La fotógrafa simplemente notó su belleza y la captó en la película. En ningún lugar de la página de Internet le dio el crédito a Dios por crear tan coloridas hojas ni por arreglarlas de una forma tan magnífica.
Me da vergüenza admitir cuántas veces yo hago lo mismo. A veces los extraños me halagan por una de dos cosas: mi pelo o mi abrigo. Yyo digo «gracias», como si hubiera hecho algo para merecer la alabanza. Pero no fue así.
La razón por la que la gente nota mi pelo tiene más que ver con lo que no hago que con lo que hago. No me lo tiño, ni lo rizo, ni lo corto. Simplemente lo lavo, lo peino y lo retuerzo en forma de cordón en la parte trasera de la cabeza. Dios merece todo el cre-dito porque Él lo hace crecer.
Tampoco puedo tomar el crédito por mi abrigo. Es un abrigo largo para la lluvia, negro, con capucha, que me pongo siempre que hace frío, aunque no esté lloviendo, porque me cubre toda. Eso significa que me puedo ver bien independientemente de lo demás que lleve puesto. El abrigo fue un regalo que me hice yo misma cuando me ofrecieron un nuevo empleo. Yo no lo diseñé, y no lo hubiera podido comprar si Dios no hubiera sido tan generoso conmigo.
En vez de tomar un crédito que no nos pertenece, alabemos a la Persona a quien pertenece: a Dios. —JAL