Jason Bohn era estudiante universitario cuando convirtió un hoyo en un solo golpe jugando al golf y ganó un millón de dólares. Aunque otros podrían haber despilfarrado ese dinero, Bohn tenía un plan. Como deseaba ser profesional de ese deporte, usó el premio como un fondo para vivir y entrenarse, y mejorar su talento deportivo. El efectivo se convirtió en una inversión para su futuro, la cual le dio sus dividendos cuando ganó el torneo B. C. Open de 2005 de la PGA (Asociación de Golf Profesional). Sin duda, su decisión de invertir a largo plazo en vez de vivir el momento fue sabia.
En un sentido, esto es lo que Jesús nos dice que hagamos. Se nos han confiado recursos (tiempo, talento, oportunidades) y nosotros decidimos cómo usarlos. El desafío es considerar esos recursos como utilidades para invertir a largo plazo. El Señor lo expresa de este modo en Mateo 6:20: «… haceos tesoros en el cielo», y nos asegura que estos tesoros protegidos no pueden ser destruidos ni robados.
Piensa en tus recursos: talento, tiempo, conocimiento. Son temporales y limitados. Pero si los inviertes con la vista puesta en la eternidad, estas cosas efímeras pueden producir un impacto permanente. ¿Cuál es tu objetivo? ¿El ahora o la eternidad? Invierte en el futuro, ya que no solo tendrá un efecto interminable, sino que también cambiará tu manera de ver la vida cada día.