Los hombres, se nos dice, son tontos. Ese es el abrumador mensaje que recibimos en gran parte de la publicidad dirigida a los varones estadounidenses que tienen 20 y tantos años. Una y otra vez, los anuncios que se exhiben en la pantalla chica presentan a los hombres como imbéciles babosos que sólo tienen dos cosas en mente: cerveza y mujeres.

Muchas veces he mirado asombrado, confundido en cuanto a cómo pueden los anunciantes insultar a la misma audiencia a la que está tratando de llegar, y he descubierto que la publicidad da resultado.

Existe, incluso [en los Estados Unidos], una palabra para referirse a los hombres que no tienen nada mejor que hacer con su vida que emborracharse, perder el tiempo y jactarse de ambas cosas. Es la palabra mooken inglés. Uno pensaría que a estos hom bres les daría vergüenza que usaran una palabra específica para ellos. Pero más bien se ha convertido en un distintivo de honor retorcido. Más y más jóvenes, aparentemente, viven únicamente para divertirse sin ningún sentido de responsabilidad para con las personas que los rodean.

No tiene que ser así. De hecho, no se suponía que fuera así. Los hombres no son tontos a menos que quieran serlo. Los hombres, nos dice la Biblia claramente, son seres humanos hechos a la imagen de Dios. Fueron hechos para tratar a las mujeres con amor, respeto, honor y autosacrificio. Han de tener dignidad, disposición a trabajar arduamente, la capacidad de dirigir en la iglesia y el valor de conducir a sus hijos.

Según el diseño de Dios, los hombres no han de andar perdiendo el tiempo. Han de ser personas de carácter y clase, dirigiendo a la siguiente generación.

Si deseas tener un cuadro claro de alguien contrario a un mook, lee 1 Timoteo 3:1-7. Es una descripción de lo que debe ser un líder de iglesia, cualidades admirables que todos los hombres cristianos deben procurar. Notarás que los líderes de Dios han de ser irreprochables, fieles, controlados, sobrios, hospitalarios, no violentos, gentiles, pacíficos y responsables.

Los hombres no tienen que ser mooks. Es una etiqueta que nadie quiere llevar.  —JDB