Encontrar el libro
Un domingo, en la iglesia donde soy pastor, invité a tres niños a buscar varios rollos con versículos bíblicos que había escondido en el salón de cultos. Les dije que, cuando los encontraran y los leyeran en voz alta, les daría un premio. ¡Tendrías que haberlos visto! Corrían, movían las sillas, miraban debajo de los adornos y en las carteras de la gente (con permiso). No les resultaba fácil encontrarlos, pero lo hacían con entusiasmo. Su búsqueda diligente y su posterior hallazgo produjeron gozo en los niños, afianzamiento en la congregación y un sentimiento renovado de la importancia de la Palabra de Dios.
Materia gris
La columna del semanario sobre el «andar espiritual» de residentes locales captó mi atención. Esta vez hablaba de alguien a quien yo respetaba mucho en la comunidad. Después de contestar las preguntas acostumbradas sobre sus libros preferidos, su ejemplo y su práctica de fe preferida, la persona describió aquello en lo que está trabajando en su vida espiritual.
Dijo que…