Antes de que mi nieta Katie cumpliera dos años, hizo algo que enorgullecería a cualquier abuelo: empezó a reconocer automóviles por la marca y el año. Todo comenzó cuando ella y su papá empezaron a jugar juntos con la antigua colección de coches viejos de juguete que él tenía. El padre le decía: «Katie, busca el Chevy 1957», y ella lo tomaba de entre cientos de autitos de juguete. Una vez, mientras él le leía un libro de Jorge, el curioso, ella se bajó de su regazo y corrió para buscar un Rolls Royce en miniatura; una réplica exacta del automóvil que aparecía en el cuento.
Que una niña de dos años pueda relacionar cosas como esas, ¿no demuestra la importancia de enseñarles a los pequeños lo correcto desde temprana edad? Podemos hacerlo usando lo que yo llamo el principio FIRME: Familiaridad, Interés, Reconocimiento y Modelo Ejemplar. Esto sigue el patrón que dio Moisés en Deuteronomio 6 en cuanto a aprovechar toda oportunidad para enseñarles a los niños las verdades bíblicas, para que se familiaricen con ellas y las conviertan en parte de su vida. Mientras usamos sus preferencias como ocasiones para instruirlos, repitámosles historias bíblicas para que las reconozcan y vivamos vidas piadosas que sean un ejemplo para ellos.
Démosles a los niños que forman parte de nuestra vida un fundamento FIRME al enseñarles sobre el amor de Dios, la salvación en Cristo y la importancia de una vida piadosa.